En una biografía, el desarrollo de los septenios guarda estrecha relación con la transformación de los cuerpos constitutivos del hombre. De esta manera, estas transformaciones darán origen a las sucesivas etapas biográficas o septenios.
Clasificación de los septenios
Básicamente, podemos hacer una triestructuración:
Septenios del cuerpo
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Del nacimiento hasta los 21 años
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Septenios del alma
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Desde los 21 años hasta los 42 años
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Septenios del espíritu
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Desde los 42 años hasta los 63 años
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El tiempo, que demoran los miembros esenciales en hacer su metamorfosis, es lo que determina esta clasificación en septenios. Aproximadamente, cada siete años se produce la transformación de cada uno de los cuerpos que componen al hombre.
Así como los chinos dicen: "Aprender, luchar y ser sabio"; en Antroposofía, se habla de:
- maduración física,
- maduración anímica y
- maduración espiritual.
Esto quiere decir que se emplean veintiún años en consolidar la estructura del cuerpo físico.
Los primeros tres septenios se llaman septenios del cuerpo, durante los cuales se producen la mayor cantidad de cambios y dan la fisonomía correspondiente a esta etapa. Desde la perspectiva de la organización del cuerpo, del crecimiento de los órganos, hasta los veintiún años, podemos decir que:
Primer Septenio
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Desde el nacimiento a 7 años
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Cuerpo Físico
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Septenios del Cuerpo
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Segundo Septenio
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Desde 7 años hasta 14 años
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Cuerpo Etérico
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Tercer Septenio
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Desde 14 años hasta 21 años
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Cuerpo Astral
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Alrededor de esta edad, el cuerpo deja ya de crecer y comienza una transformación de lo que llamamos el alma, el mundo interior. A los 21 años, se produce el nacimiento del Yo y el cuerpo astral es donde se expresa el Yo. Un niño recién nacido no tiene conciencia, tiene conciencia cósmica. El Yo no está totalmente presente; a medida que el niño crece, el Yo se acerca cada vez más.
El septenio central, que transcurre entre los 28 y los 35 años, es el período donde el Yo está más cerca de la organización física, período denominado alma racional. Aquí, el Yo se refleja con mayor fuerza en la personalidad. La persona privilegia el pensamiento y trae, también, el reflejo de la individualidad; puede ser el momento de mayor orgullo, de máxima ambición y soberbia.
En el septenio de la maduración física, desde el nacimiento a los 21 años, el individuo conoce o empieza a conocer la vida; en el septenio de la maduración anímica, de 21 a 42 años, el individuo acepta la vida y, en el tercer ciclo, el septenio de la maduración espiritual, de 42 a 63 años, recapitula sobre lo vivido. Teóricamente, esto es lo que va sucediendo, cuando no hay alteraciones en los procesos.
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